Tus besos saben a vino
Prendio la luz de su cuerpo y se miraron entre ojos aturdidos,
la incomprensión de los propios dialogos, el refran esquisito de las manos rozándose,
esos ojos de hierba viva y esos ojos de lucero en miel por las mañanas.
Las nubes seran montañas y el mar sera el cielo azul de los deseos,
los caminos recorridos mirandose los hombros y una mirada que llama a la sonrisa.
Los viejos árboles anclados testigos de la selva,
testigos de las aves y testigos del amor como silbido hacia el viento.
El mar azulino multicolor glorioso, los rayos del sol tomando siesta,
las sillas pegadas, el tiriton de frio y una cabeza tentida sobre el hombro de un te quiero.
Un suspiro y un leve apreton de manos que transporta y marea por los propios deseos.
Las sabanas rotas, y las ventanas claras palomas que posan melancolía,
la música propia, el disgusto y el afan por encender la velas, una tras otra.
El pequeño espacio, y voy a dar un paseo mañanero haber si entiendo,
la distancia de los pasos, la soledad pensantiva y el ahogo de mis penas;
Es que no comprendo el porque de las palabras y el porque no te entiendo.
El vino enciende, y deja los cuerpos moldeados, inpregnados de olor,
tus besos saben a dulce y los mios saben tabaco,
tus dudas son dudas por la vida , y de regalo te entrego una estrella,
Una de esas fugazes que llaman al desaogo, que llaman a la invencion personal del renacer.
Tus besos son dulces, los míos son de tabaco, pero cuando estos son de vino no nos dejamos de querer.
El culpable no es el vino, ni el dulce ni menos el tabaco.
El silencio de tus pelos, el silencio de los mios, y el ahogo de tus ojos de niña,
mi irritante melancolía y tu irritante ironía.
Bailarines frente al mar y amantes por las noches de céspedes impagables,
fumadores de locura, fabricantes de misterios y solitarios cruzados por el destino que nos arrogo la primera vez por la arena.
Un beso sin lengua y no quiero oir tus ronquidos y ni menos despertar de mis sueños,
un café a lo chocolate, un libro abierto de orgullo y unos sorbos de amargura,
unas pequeñas lagrimas y un llanto a mares a solas,
un tiempo propio para desear el reecuentro de tus besos,
de tus besos de vino, en donde nuestras lenguas callan y nuestros ojos son los que hablan
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