Un par de mojitos y caminos de cal
Se tuvo que comer dos caricias dolorosas, es que el par de mojitos y un corazón como cactus, por culpa de una mujer recogida por el delirio de las locuras aspiradas, volátiles, parecidas a las esporas.
Pero en el fondo si la ama y se le ve por los paisajes de calles de cemento cantando su amor en silencio, con los ojos como si fuera dueño de postales sonoras, en busca de campos verdes tranquilos.
Se puede ver en sus anteojos empañados el dolor que deja una obsesión femenina. Solo él y la soledad saben lo que es el disimular ante una mujer que giña los ojos como maquina atrapa corazones a servicio de Cupido.
Volverá a llover y la ventana no dejara ver aquellas margaritas que él sembro. Los días pasaran como pasan los pensamientos, como pasan los ¿por qué?, como pasan los delirios estroboscópicos y como pasan los días solitarios cada uno en su mundo, alimentando al musculo amoroso, intratable e inentendible.
Se volverán a ver y posiblemente las caricias sean más largas, menos dolorosas y compartan juntos la almohada de la discordia. La cual un día los separo en un rayo directo al alma de las circunstancias y los dejo a cada uno en su mundo ficticio enjaulando al corazón, para que después de un par de mojitos y caminos de cal, se encuentren quien sabe cuántas veces a madrugar la esperanza de un amor imposible.
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