Cerezo
Peinadito
con un peine
llamado viento.
Pequeñito
como una manita
abierta verde de cuello marrón.
Solitario
esta el cerezo
sobre los viñedos.
Mas allá los girasoles
cotillean a diario
la mala suerte del extraño.
Que mentecato
su razón del vivir
sin sombra alguna se suele oír.
Pero sin razón y con extrañeza
para la población circulante en raíces
subterráneas por las dehesas.
El cerezo en extremo,
vive con sonrisa en sus ramas floreciendo,
agitando bienaventuranza blanca en sus flores terciopeladas.
Arrojando sus semillas poco a poco,
crecerán a su lado en composición omnipotente,
viviendo acompañado en un futuro porvenir.
Recordando un nacimiento
extraño y solitario,
vivido de interrogantes se suele acordar.
Ahora más madurito en años
comprendiendo con riqueza e imperioso dulzor en sus frutos,
su destino era el conquistar las viñas
cerrándole la boca a ciertas marujillas.
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