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El piso de cami nou

 

El piso de camí nou tiene más que nada las paredes blancas, que terminan en un cielo blanco altísimo,
el suelo también es blanco de baldosas en rectángulos ajustados,
las ventanas han sido recién barnizadas unas por ahí otras por allá,
y las cortinas casi todas permanecen abiertas descansando más allá de los marcos.
 
Colgadas se pueden ver fotografías que hablan de momentos memorables,
cuadros de la Francia en óleo,
un pequeño calendario con paisajes de la laguna de Gallocanta con frases célebres,
y un árbol dibujado sobre la pared ocre del pasillo principal en otoño.
 
En el comedor de paredes blancas los muebles guardan sobre las esquinas,
y las sillas sólo se acercan a la mesa de mantel iluminado por la noche de Manhattan, cuando es hora de comer,
los libros están arrimados sobre estantes y sirven de apoyo a pinturas por terminar,
inmortales se ven las botellas de vino junto a los platos con frutas,
y los inciensos prendidos foguean  humo recorriendo el hogar.
 
La ventana está esquinada con sus vidrios opacos y pocas veces se abre,
por el contrario, el ventanal que da al balcón de la calle principal, permanece casi siempre abierto,
y su piso parece un ajedrez de colores azul y blanco
en prolongación de sus paredes, que dibujan una rejilla del mismo color dual.
 
La habitación contínua, emplazada detrás de la bandera chilena,
guarda todo el exilio de cachivaches útiles, 
y mantiene en sus cajones los ropajes, mientras los zapatos están superpuestos en un mueble satisfecho,
y posado excelso, un atril, con las telas derramadas por el suelo, sirve hoy de percha ante los inocuos  pinceles, que reposan en un vaso azul perdido en otra habitación.
 
Volviendo a la entrada, una puerta cruje al ser abierta, viéndose de frente el pasillo y de derecha el comedor,
al lado izquierdo, la pared y el árbol dibujado, anticipan la pequeña cocina con heridas de batallas alimenticias y el tiempo que ha pasado,


esta, con un lavadero amplio, la lavadora esquinada, una ventana de corredera,y una nevera encerrada bajo los muebles que cuidan los platos y los vasos, finalmente, nos dice adios con una puerta de madera y vidrio.
 
Resucitando por el pasillo mas allá, pasando un espejo ovalado, está el baño con bañera de frente azul de cortina abierta semi muerta,
azulejos blancos de bordes azules por las paredes, que llegan a las esquinas también de color azul, para terminar en un techo blanco descascarado,
la ventana es de persiana de vidrios opacos a disposición del bañista,
y sobre la pila, el espejo pintado con pequeñas flores deja ver el basurero de color purpura, al igual que la pequeña alfombra del mismo color y la cortina de baño que se tiene en mente comprar. 
 
Finalmente al salir del baño, una puerta avisa que estamos ante la habitación principal,
que por estos días está cercada por la consagración  de un reencuentro, 
que esta colapsada por los desenfrenos de una cama movediza,

si nos fijamos bien, abrazados permanecen mientras duermen quietos los dos habitantes,

a resguardo del viento que entra por el ventanal de pecho vasto por una cortina,

a serenidad del respirar de los dos orgullosos cuerpos tendidos,

a delirio de permanecer juntos los dos amantes por los años.

Sus besos y caricias  han emplazado las paredes  al cielo que se ha convertido por hoy el piso, de cami nou.

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